Voces que construyen paz desde el oriente de Caldas
31 de julio de 2024
En el oriente de Caldas, una región marcada por la historia de la violencia, seis municipios encuentran en la música una vía para sanar, reconectar y mirar al futuro
El nodo 3 de la Zona 4 del Programa Presidencial Sonidos para la Construcción de Paz, que abarca a Pensilvania, La Dorada, Manzanares, Norcasia, Marquetalia y Samaná, ha llegado como una luz de esperanza para estudiantes y comunidades rurales que, a través del arte, buscan escribir una nueva historia.
Para Dimar Pérez, rector de la Institución Educativa Renan Barco en La Dorada, el camino hacia la paz es un compromiso que todos deben asumir. Con orgullo, relata cómo en su colegio los más pequeños comenzarán a explorar la música desde rutas sensoriales, mientras que los más grandes se sumergirán en los ritmos tradicionales de la región.
«La paz deja de ser un sueño cuando se pasa del discurso a los hechos», afirma. El entusiasmo de sus palabras refleja la convicción de que, a través del arte, se pueden sembrar las semillas de un país mejor.
En lo profundo del corregimiento de Encimadas, en el municipio de Samaná, la emoción también está presente. El rector de la Institución Educativa Encimadas recuerda con gratitud los tiempos difíciles que su comunidad ha vivido y la importancia de que los jóvenes ahora tengan oportunidades para construir un futuro digno.
«Para nosotros es un alivio saber que nuestros jóvenes pueden alcanzar sus sueños», comenta, destacando el impacto transformador del programa.
Mientras tanto, en Marquetalia, la llegada del Programa ha sido recibida con los brazos abiertos en la Institución Educativa Juan XXIII. El rector celebra la oportunidad de fortalecer los procesos artísticos que ya se desarrollan en la institución, como su banda sinfónica y la banda marcial.
En su voz resuena una esperanza renovada: «Formar ciudadanos íntegros es nuestra misión, y este proyecto es una pieza clave en ese camino». Para él, la música no solo enriquece el espíritu, sino que aporta a la reconstrucción de un tejido social más fuerte y unido.
Por su parte, Julián Andrés González, rector de la Institución Educativa Antonio María Hincapié, también en Marquetalia, destaca el poder de la música autóctona. Con el corazón puesto en las tradiciones, relata cómo el programa ha permitido rescatar la chirimía y fortalecer la banda sinfónica de su institución. «Donde antes hubo notas de guerra, ahora suenan notas de paz», dice con orgullo, mientras describe cómo estas iniciativas han comenzado a transformar su comunidad.
Más al norte, en el corregimiento de San Diego, municipio de Samaná, Wilton Hernández, rector de la Institución Educativa Félix Naranjo, no oculta su emoción ante lo que el programa puede significar para sus estudiantes.
«Estamos atentos y con las puertas abiertas», dice, convencido de que la música no solo desarrollará las habilidades artísticas de los jóvenes, sino que también contribuirá a su crecimiento personal y académico.
Finalmente, desde Norcasia, la rectora de la Institución Educativa La Estrella refleja el sentir de una comunidad que ha sido profundamente afectada por la violencia.
Para ellos, el programa es mucho más que una oportunidad artística: es una promesa de transformación. «Este es un espacio para descubrir talentos y abrir caminos para nuestros niños y jóvenes», comenta con esperanza, vislumbrando un futuro más brillante para su región.
Cada uno de estos rectores comparte la visión de un territorio que, a través de la música, busca resignificar su historia y construir un futuro en paz.
La música no solo es un medio para expresar emociones, sino una herramienta poderosa para sanar heridas y formar ciudadanos comprometidos con la convivencia y la solidaridad.
Así, el Programa Sonidos para la Construcción de Paz está tejiendo nuevas historias de esperanza en el oriente de Caldas, donde ahora, en lugar de los ecos de la violencia, resuenan las notas de la paz.
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Elaborado con la colaboración de Rafael Andrés Rodríguez, gestor territorial del Nodo 3.
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