Bajo la lluvia, nace la paz: Crónica de la muestra artístico-musical en Samaná (Caldas)
8 de noviembre de 2024
En la mañana del viernes 8 de noviembre, Samaná (Caldas) despertó con un cielo gris y la presencia constante de la lluvia que parecía querer poner a prueba la determinación de los asistentes.
Sin embargo, ni la lluvia, ni la nubosidad, fueron impedimento para que se llevara a cabo el sueño de muchos niños, niñas y jóvenes que participaron en la primera muestra artístico musical del calendario.
Desde una hora antes de que el concierto comenzara, cada estudiante, profesor y organizador ya estaba listo, afinando detalles y revisando hasta el último acorde para dar inicio a «Nuestro Tejido, Nuestra Paz».
Bajo la coordinación del Programa Presidencial Sonidos para la Construcción de Paz, esta muestra artística, organizada por la Universidad de Caldas en convenio con el Ministerio de Culturas, las Artes y los Saberes, buscaba mucho más que la música: celebraba la paz y la unidad en el corazón de Caldas en un municipio que por años sufrió los embates del conflicto.
La lluvia, como espectadora
A las 11:30 a.m., cuando el evento finalmente dio inicio, la lluvia se ausentó, como un telón inesperado que parecía retirarse del espectáculo.
Al principio, las gotas sobre el escenario y las sillas vacilantes generaron murmullos y miradas de preocupación. Pero en lugar de interrumpir el evento, la lluvia y su marcha, trajo consigo un toque especial: un recordatorio de que la paz, como el clima, requiere paciencia y resiliencia.
Sorprendentemente, el cielo cambió un poco de tono minutos después, como si el mismo ambiente aprobara esta muestra de arte y convivencia.
Las notas de la música comenzaron a fluir, y el parque principal de Samaná se transformó en un auditorio natural donde cada aplauso se sintió más profundo y cada canción más poderosa.
Entre los jóvenes artistas, una historia particular de superación, como muchas que pasan anónimas en medio de los talentos nacionales.
Juan Diego López Cubides, un estudiante de apenas 12 años de San Diego, en Samaná, subía al escenario por primera vez. Con la mirada fija y las manos temblorosas, confesó luego: «Estaba muy nervioso al principio».
Pero, como solo la música sabe hacer, el nerviosismo se desvaneció al ritmo de las notas y fue reemplazado por una serenidad que él mismo describió como pura felicidad. Ese momento, sabía, quedaría marcado en su memoria, siendo un posible comienzo de un viaje de vida que une su talento y su amor por la paz.
Música y unión
La mañana continuó con una serie de interpretaciones que tejieron un mosaico de sonidos y emociones.
Desde el ritmo de “Panadero”, interpretado por la banda marcial del colegio Félix Naranjo, hasta las emotivas voces de los coros de Encimadas y los ritmos de chirimía de Norcasia, cada acto ofreció una pieza del alma caldense, llena de orgullo y esperanza.
La diversidad musical de la región vibró en temas como “La Cumbia del Agua y Fuego” y “La Piragua”, y cada canción parecía conectarse con algo profundo en el público, un hilo común que evocaba las raíces y los sueños compartidos de quienes buscan un país en paz.
Finalmente, el evento llegó a su cierre bajo un cielo cubierto, pero atento.
Cada aplauso resonó con la fuerza de un compromiso renovado, como si la audiencia misma también se comprometiera a seguir construyendo paz a través de la cultura.
«Nuestro Tejido, Nuestra Paz» no solo fue un concierto, sino una experiencia que dejó una huella en Samaná, recordándonos que a veces las lluvias más intensas anteceden a los momentos más brillantes.
Así, con el eco de las melodías aun flotando en el aire, la muestra continuará su recorrido por otros rincones del país, llevando el mensaje de paz a Quinchía, Risaralda, y luego a los demás destinos de esta especie de gira, en la que cada presentación será una celebración de la esperanza y la unidad.
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