Crónica: La música y la inclusión fueron un puente de emoción comunitaria en Montenegro (Quindío)
16 de noviembre de 2024
El cielo estaba cubierto: lleno de esperanza y el acompañamiento de un público conmovido, la jornada brilló como un ejemplo vivo de cómo la música une corazones y fortalece comunidades.
La festividad se inició con un desfile inolvidable protagonizado por la banda y la batucada del Instituto Calarcá, liderados por el sabedor y formador musical César Pérez Bolívar.
Las notas resonaron como un eco de superación y alegría, arrancando aplausos y lágrimas del público que presenciaba este momento único e irrepetible.
La expresión de los estudiantes, sus rostros iluminados por la alegría del momento, dejó una huella imborrable en quienes tuvieron la suerte de estar presentes.
Diversidad y sonidos cafeteros
Las presentaciones continuaron con una diversidad de expresiones artísticas que celebraron la riqueza cultural del Quindío.
El CASD de Armenia presentó con maestría su obra “Amikindío”, una esencia guardiana que cautivó a todos los presentes.
Este acto, lleno de simbolismo y dedicación, evocó las tradiciones y paisajes de la región, mientras los asistentes se dejaban llevar por cada nota y cada movimiento.
Luego, la institución educativa Simón Bolívar de Quimbaya trajo un estallido de energía con las interpretaciones de La Piragua y Son de Libertad, llenando el escenario de sabor y pasión.
Las letras, cargadas de historia y esperanza, resonaron en los corazones del público, generando sonrisas y aplausos que parecían no tener fin.
Desde La Tebaida, la institución educativa Santa Teresita, liderada por la profesora Luisa, sorprendió con su interpretación de Ataque de Risa, acompañada por el evocador sonido del saxofón y la participación de 30 niños y niñas que hicieron vibrar el corazón del parque.
Los pequeños, con sus voces llenas de ternura, pintaron sonrisas en los rostros de todos los presentes, recordando que la risa es también un lenguaje universal.
Historias y emociones entendidas
La institución educativa General Santander de Montenegro aportó un toque de nostalgia y alegría con canciones como Bastante Hay y Cariñito, un clásico que transportó a los asistentes a los días festivos de diciembre, entre risas, bailes y aplausos.
Las familias, reunidas alrededor del escenario, se dejaron envolver por la magia de estas melodías que son parte del alma cultural colombiana.
Por su parte, el establecimiento educativo Los Fundadores de Montenegro se apoderó del escenario con su grupo de 12 artistas que interpretaron con carisma y pasión las canciones La Múcura y Baila Negra, demostrando la fuerza del trabajo en equipo y el poder de la música como herramienta de transformación.
La coordinación impecable y el entusiasmo desbordante de los participantes crearon un momento inolvidable.
La heroína en escena
El broche de oro llegó de la mano de la artista invitada, Isabela Gómez Pérez, una joven de 12 años cuya voz angelical conquistó al público con versiones magistrales de canciones de Gloria Estefan y Katie James.
Isabela no solo cerró la jornada; elevó el espíritu colectivo, recordando que el arte es un refugio y una plataforma para el futuro.
Su interpretación de Mi Tierra provocó un mar de emociones, mientras el público se levantaba para ovacionarla.
Más allá de las notas y los aplausos, esta muestra artística fue un testimonio del impacto del trabajo colaborativo entre sabedores, formadores y estudiantes.
Lecciones aprendidas
Los formadores también compartieron reflexiones sobre la importancia del acompañamiento psicosocial en el desarrollo de estas actividades, subrayando cómo la música puede ser una herramienta para sanar, construir y conectar.
Fue una celebración de la resiliencia, el cuidado y el compromiso con la paz, valores que resplandecieron en cada interpretación y en cada corazón tocado por la música.
La jornada concluyó con abrazos, risas y una sensación de profunda gratitud que se extendió por todo el parque.
El parque de Montenegro fue testigo de una jornada que quedó grabada en la memoria de su comunidad, donde la música se alzó como un puente entre generaciones, emociones y sueños.
Porque en el lenguaje universal del arte, todos somos uno.
Y así, al ritmo de aplausos que parecían no tener fin, Montenegro cerró un capítulo nuevo y trascendental en su historia de construcción de paz y cultura.
Esta jornada será recordada como un ejemplo brillante de cómo el talento juvenil puede ser una fuerza poderosa para la reconciliación y la paz.
Es y será un eco que resonará por mucho tiempo en el corazón de este municipio risaraldense, inspirando a todos a creer que, con arte y comunidad, es posible construir un futuro mejor.
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